Apostarle a la cultura está un poco de moda y más si tiene que ver con lo comunitario. Sin embargo este espacio no está destinado para hablar de la moda de la cultura; mejor, piensa abordar desde diferentes frentes como la formación, la comunidad, la promoción y el intercambio, eso que finalmente queda: las prácticas artísticas, la personificación de los actores culturales, las alianzas y eventos
exitosos y el crecimiento de la comunidades a partir de la mejor excusa: Una Cultura Viva.
Para esto es importante hablar de los procesos, la creación de redes y porque no, los imaginarios ciudadanos, que son éstos los que finalmente dan o no aprobación a la creación de cultura. Una cultura que parte de las propuestas de la administración, las entidades y los actores culturales; pero que finalmente es la comunidad quien la aprueba, y no solo la aprueba… hace uso de ella, la toma como suya y saca provecho. Ahí es donde tiene sentido.
En Medellín, desde hace algunas administraciones ha existido un foco interesante en proyectos culturales, unos que se desarrollan en lugares comunes, para el disfrute de la ciudad en general: parques, laderas, vía agradables y urbanísticamente aceptadas; pero además una tendencia notoria en apuestas culturales y bibliotecarias en espacios no convencionales, barrios alejados y algunos muy poco intervenidos, periferias, antiguos basureros, espacios abandonados en el tiempo y arquitecturas efímeras.
Vale la pena, dar una mirada a estos espacios y a sus promotores, que han aportado a la construcción de ciudad y de ciudadanía, que creen en los procesos creativos y que han logrado su apropiación gracias a su constante diálogo entre comunidad, actores, comités, redes, líderes y quienes lo administran.
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